Mi Cuento

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Trigodon
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Mi Cuento

Mensaje por Trigodon » Lun Mar 27, 2006 1:40 pm

Hola KKonas, les dejo un cuento que escribí en enero para presentar en uun concurso de una editorial. Espero que les guste, es cortito, una carilla en el Word. Critiquen, pero los de La Plata, cuidadito que los tengo cerca! :D :D :D

El señor Bagot

Conocí al señor Bagot una tarde en la que buscaba restos de comida en un cúmulo de basura de una esquina. Debe haber contemplado mi triste necesidad y me ofreció dinero. Mucho dinero a cambio de un trabajo. En ese momento podía hacer cualquier cosa por esa cantidad de billetes.
Bagot era un hombre mayor, de tez blanca y muy delgado, los pómulos estaban exageradamente protruídos, y las mejillas y boca parecían migrar al interior del cuerpo. Noté que me observeba desde el otro lado de la calle, por donde circulaba, triste y dubitativo, el viento otoñal, apenas moviendo las hojas estrelladas caídas de los plátanos. La tercera mirada que lancé hacia Bagot lo encontró cruzando la calle en dirección a mi. Tenía la vista clavada en mis ojos y noté que los suyos estaban hundidos en unas melancólicas cuencas oculares y rodeados de fláccidos párpados.
- Buenas tardes.- Dijo Bagot
Respondí asintiendo con la cabeza.
- Disculpe que interrumpa su labor, mi nombre es Bagot, y quería ofrecerle un trabajo. No es algo convencional, pero creo que le interesará.- Pronunció Bagot, mostrando algunos billetes de colores que no acostumbo a ver.
Estaba dispuesto a hacer lo que sea por ese dinero, incluso lo peor, porque ya lo había hecho. Él lo habrá presentido, ya que tenía todo perfectamente planeado. Me prometió 1500 dólares a cambio de un favor especial, 750 en ese momento y el resto cuando termine el trabajo. Me invitó a un bar cercano y nos sentamos en una mesa en la calle. Allí me comentó que debía asesinar a un tipo. El crimen se haría exactamente como él había planeado. Enumeró los pasos: entrar por una ventana situada en el patio trasero, llegar a la habitación y asesinar al hombre con una pistola con silenciador que él me dió. Bagot dijo que conocía todos sus horarios y que no había margen de error, conocía su itinerario. Luego vendría la parte mas dificil: deshacerse del cuerpo. Bagot ya tenía solucionado eso también. Debía cavar en el patio trasero, detrás de unas plantas frondosas y dejar el cuerpo allí.
En la noche convenida, templada y sin viento, entré al patio trasero por una obra en construcción que tenía detrás la casa del futuro difunto. Como Bagot había anticipado, la ventana estaba abierta. Cuando entré, todo era oscuridad casi absoluta, solo tenía una pequeña linterna del tamaño de un bolígrafo, que usé sólo en momentos necesarios. Recorrí la pequeña casa como me había señalado Bagot. En la habitación había un poco mas de claridad, ya que un reloj digital emanaba luz verde y bañaba las siluetas de los objetos, incluso la del hombre debajo de las cobijas. Éste tenía la cara hacia el lado contrario al que yo estaba, eso me favoreció. La habitación tenía una ventana que daba a la calle, pero la persiana no estaba del todo cerrada. Disparé dos veces seguidas a la cabeza. Al parecer, pasó del sueño temporal al eterno en ese instante. No tuve curiosidad de verle la cara, lo tapé sin esperar un segundo más y usé las mismas mantas para envolverlo y llevarlo al jardín. Mientras estaba cavando, escucho una voz de alto, era un policia de civil que me apuntaba con su arma. Cuando me ví rendido, desvié la mirada y observé que las mantas se habían corrido del rostro del difunto. En su cara, los pómulos exageradamente protruídos y sus ojos hundidos en unas melancólicas cuencas oculares me acusaban. Bagot estaba muerto.
Una nota que encontré en mi bolsillo aclaró la situación, la leí mientras esperaba detenido en la dependencia policial, no sé cuando Bagot la depositó allí. Aquí la reproduzco:
“Como verá, tenía todo planeado: el lugar, la hora, el arma, el policía enfrente de mi domicilio...y la víctima. Gracias por acabar su trabajo, el cual comenzó hace un año atrás cuando usted nos asaltó a mi hijo y a mi en una esquina oscura, y sin mediar palabra, nos disparó. Mi hijo murió desangrado y a mi me atravesó el hígado. Mi vida luego de eso dependió de toneladas de medicamentos y operaciones. Mi plan se cumplió, usted está preso y yo muerto. Justo como deseé”
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Coldblade
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Mensaje por Coldblade » Lun Mar 27, 2006 2:55 pm

AWESOME, muy buena vuelta que tiene la historia al final, che, excelente.
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Yenki
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Mensaje por Yenki » Lun Mar 27, 2006 2:59 pm

Me gustó mucho, Trigo. Muy buen argumento para tan poco espacio.

El final está muy bueno.

Creo que es ideal para adaptarlo a una historieta, pues es corto.
Muy original que el protagonista relate todo en primera persona siendo lo que es.

punisher
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Mensaje por punisher » Lun Mar 27, 2006 5:48 pm

Selenteeeeeee Trigoloso!!!! :wink:
Me hace acordar a un cuento, no me acuerdo bien si es de Lovecraft (aunque dudo de este, porque es mucho mas "infernal") o de Poe.
Pero muy lindo, la verdad!
Congratz che!

P.D: Ahh! Y no voté, porque S.K, solo hay unoo!!!! :lol:

Trigodon
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Mensaje por Trigodon » Mar Mar 28, 2006 5:01 pm

Me alegro que les haya gustado, en realidad estoy sorprendido. Les agradezco los cumplidos.

Escribir es algo que me encanta, me encantaría publicar, pero lo único que encuentro como posibilidad son las revistas On-line, pero no me gustan, no me dá confianza. Si alguno conoce algo mejor, que me avise.

Despues les pongo 2 más que tengo listos.

Chao y gracias
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POP
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Mensaje por POP » Mié Mar 29, 2006 4:07 am

Sepetes, muy lindo. Si lo bueno es breve, dos veces bueno, pero te deja con ganas de mas.

Ahora uno de fantasmas, uno de L2, y uno de Oblivion.

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Mensaje por Lole_JPS » Mié Mar 29, 2006 3:50 pm

Good Job!!!!! :D

math
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Mensaje por math » Mié Mar 29, 2006 10:48 pm

no de oblivion no!! BASTAAAAAAAAAAAAAAA
muy bueno el cuento trigo, estuvo bueno el giro del final, quizas te hubiera faltado alguna referencia al incidente que causda este giro, que es lo unico que le faltaria, o que es el que asesino a su hijo (creo que lo querias señalar con este pedazito: "una tarde en la que buscaba restos de comida en un cúmulo de basura de una esquina" y "En ese momento podía hacer cualquier cosa por esa cantidad de billetes"), bueh no soy quien, pero realmente muy bueno che, para ser vos faltaron mas tripas y un payaso onda piñon fijo ue viaja al mas alla y cosas como esas :P

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Mensaje por Trigodon » Jue Mar 30, 2006 9:09 am

jejeje, entiendo Math. Lo que pasa es que para presentar ese cuento debía tener como máximo 4200 caracteres, entonces tuve que recortar lo máximo posible sin desvirtuar la trama. Gracias por tu opinión :wink:

Chao
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POP
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Mensaje por POP » Jue Mar 30, 2006 1:12 pm

Pero kk, eso ya esta insinuado en esta parte
Estaba dispuesto a hacer lo que sea por ese dinero, incluso lo peor, porque ya lo había hecho.
Dice que ya hizo lo peor, o sea, mato a alguien. Pero si dice que fue el hijo del viejo, medio que van a sospechar de antemano que este le queria meter una trampa o vengarse de algun modo.

Invitado

Mensaje por Invitado » Jue Mar 30, 2006 7:54 pm

POP the Great escribió:Pero kk, eso ya esta insinuado en esta parte
Estaba dispuesto a hacer lo que sea por ese dinero, incluso lo peor, porque ya lo había hecho.
Dice que ya hizo lo peor, o sea, mato a alguien. Pero si dice que fue el hijo del viejo, medio que van a sospechar de antemano que este le queria meter una trampa o vengarse de algun modo.
sip se me salto esa parte, claro, pero si decis solo que fue un nene, esta ien trigo, yo pense que era uno tuyo, pero no el del concurso, relamente eso de tener limites de letras es una kk, para el espacio esta bien, ahora quiero ver la version larga eh???

Trigodon
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Mensaje por Trigodon » Jue Mar 30, 2006 9:56 pm

No hay versión larga de ese cuento, es así. Lo recorté mentalmente.

Les dejo otro. Este es más largo, leanlo si tienen ganas, pero es medio cansador leer la pantalla. En este relato hay una influencia mas Lovecraftiana, algo así como un horror fantástico. Ojo, no le busquen lógica porque no la van a encontrar, por algo es un cuento fantástico.

El Jardín del Abismo

Voy a relatar esto sólo porque el fin está cerca. Al menos para mí. Las consecuencias que pueda tener el hecho de que yo abra la boca no serán distintas a las ya marcadas por el destino fatal en mi alma. Ya no tengo miedo, estoy resignado, pero no dudo que el terror volverá a sembrarse en mi rostro y moriré (si no lo estoy) antes de que pueda saberlo. No estoy exagerando. Su poder es mayor del que pueden imaginar mil personas juntas. Yo ya enloquecí. Es el primer paso, luego vendrá mi fin anticipado. El sol que bañaba el jardín ya se escondió, y todo el brillo que había antes no está más. Tampoco los cuerpos están aquí. Ahora estoy en un lugar oscuro...sin límites y en ninguna dimensión.

Ese pueblo, ese maldito pueblo, tuvo que cruzarse en mi camino para eliminar todo rastro de esperanza y vida dentro de mí. Tropecé con él el año pasado, 1926. Maldito pueblo y maldito invierno, conspiraron para que mi escape fallara. El camión en el que iba fue presa fácil de mi habilidad. Me trasladaban desde la cárcel de Bajada del Diablo hasta El Molle, donde había una cárcel de máxima seguridad, y fui bendecido con el traslado a ella. En Bajada del Diablo había conseguido varios amigos, por no llamarlos cómplices, realmente no sabía si era amistad. Todos ellos quedaron allí y a mi, por mala conducta, me llevaron aquel día hacía El Molle, que quedaba al Noroeste de Bajada del Diablo, por un camino consolidado. Era el amanecer cuando dejamos atrás mi vieja morada y tomamos la Ruta 11 hacia el Oeste en camino al nuevo agujero. Luego de recorrer cerca de 70 kilómetros logré abrir la puerta trasera del camión y salté de él en una curva lo necesariamente pronunciada como para que reduzcan la velocidad y así no lastimarme al caer. La nieve amortiguó mi caída, es lo único que le debo al invierno, que todo lo hacía mas horrible y siniestro.

Me cercioré de que los guardias que iban en el camión no se hubiesen alertado de mi precoz fuga. Y así fue. Me liberé de mi vieja camisa de presidiario, que sería lo que me delataría, y utilicé una cobija que tenía permitido llevar en el camión por el frío, le hice un agujero en el medio y pasé la cabeza por él. Era libre y no debía esperar, corrí hasta un letrero que se encontraba a unos ciento cincuenta metros hacia atrás y noté que había un camino casi olvidado que llevaba hacia el pueblo de Laguna Fría y, según el letrero, estaba 2 kilómetros. Los caminé con un ansia primitiva, como si fuese un famélico llegando a la comida.

La primera vista de Laguna Fría fue desde un pequeño alto topográfico, se veían una treintena de casas de madera con nieve en sus techos a los lados de una única calle. El aspecto general era cetrino, triste, y falto de vida. No se veía gente en las calles, y eso me favoreció, prefería dar un recorrido de reconocimiento previo a cualquier encuentro con los habitantes. Parecía un pueblo principalmente agrario, sostenido por la cosecha y el ganado ovino en épocas más favorables.

Antes de llegar a las primeras casas, divisé un dosel con un pequeño altar o algo semejante de ladrillos, de forma rectangular, de 2 metros de largo, 60 centímetros de ancho y con una altura de 50 centímetros. Parecía recientemente hecha, ya que no tenía rajaduras de ningún tipo ni muestras del paso de varios años. Estimé que tendría cerca de un año o como mucho dos.

Seguí adelante hasta llegar a las primeras casas, con humo en las chimeneas pero sin gente a la vista de mi puesto de espía en las ventanas. Más de seis cabañas revisé hasta hallar muestras de vida en aquel pueblo. Parecía una reunión o algo semejante, pero no parecían festejar nada, había un aire tenso en el ambiente, las caras eran de un semblante de preocupación. Principalmente fijé la vista en dos de ellos, un hombre gordo, calvo y con barba arbustiva, y en un joven delgado de bigote que se tomaba la cara repetidamente. No pude verles de frente a ninguno de los dos, ya que a ambos los veía de perfil, y no pude escuchar nada de lo que hablaban, el viento enmudecía cualquier sonido que pudiese salir de esa habitación.

Comenzó a nevar, y el frío me carcomía las entrañas, sentía los pulmones a punto de congelarse. Seguí mi recorrida sigilosa y llegué a otra cabaña con gente, era una mujer anciana, realizando tareas de limpieza de vajilla, aparentemente puliendo los cubiertos. Estuve un rato observándola, y parecía estar sola. Era una mujer delgada, quizás bonita cuando joven, pelo corto y blanco como esa nieve que me helaba la nuca, tenía el fuego a su espalda y generaba una luminiscencia macabra, ya que no había otra fuente de luz. Soy un reo (ex reo en este instante) y me asusté como un niño explorador ante un cuento de fantasmas. Ella levantó la cabeza como si supiese que iba a encontrar algo espiando en su ventana, fijo sus ojos en mí y durante un instante sentí terror, no solo porque la vieja me miró con la seguridad de que iba a encontrarme, sino que por ese instante de terror... ¡sus ojos!..¡Dios mío!...en sus ojos vi un brillo maligno, como si el fuego a su espalda traspasara el cráneo translúcido y aparezca una proyección de él en cada uno. No duró mas que un instante y creí enloquecer, pero al irse ese brillo, dudé de su existencia y supuse que había sido mi cansado cerebro que hacía días que no descansaba. La vieja se levantó del sillón en el que estaba y se acercó a la puerta, la abrió y me encontró de rodillas bajo su ventana, mi cuerpo no había reaccionado y me encontraba extrañamente tieso, estaba de rodillas ante una señora que no podía imaginar que tenía a un ex presidiario frente a ella. De esta manera, le pedí agua y comida, aduciendo que estaba perdido y que tenía hambre y sed. Me observó un momento y cordialmente me hizo pasar a su estancia, que era cálida y apacible. En seguida me trajo agua y pan casero, según dijo, lo único que tenía preparado. Lo comí con avidez y le agradecí mucho su gesto de amabilidad.

- Hoy es el día.- Dijo la anciana. Su comentario no fue digerido por mi cerebro y antes de poder preguntar nada, la vieja ojos de fuego insistió: -Hoy no es un buen día, no ha llegado en buen momento.-

Afuera seguía nevando, y la media mañana parecía el anochecer. Cuántos cúmulos de espesas nubes se alzarían encima de esos techos solitarios y tristes, cuanto enigma escondían las palabras por ella pronunciadas. Su voz cansada cual peregrino salió nuevamente de sus flácidos labios.

- Es el día del perdón, cuando todos somos juzgados por Él, y podemos alcanzar la paz o la locura.-

El fuego crepitaba y daba calor, que yo absorbía sediento de esa luminosa y antigua energía. Estábamos sentados uno frente a otro, ella en su sillón aterciopelado y yo en una silla de madera que había traído de la cocina, cuando las campanas de una capilla o campanario que yo no había observado sonaron dos veces, y la anciana dijo que faltaba media hora. Estaba demasiado confundido como para preguntar o hacer algún comentario inteligente al respecto; la fuga, la nieve, los ojos y sus palabras, eran demasiadas cosas para sentir y analizar, me sentí sobrepasado. El viento seguía soplando como cuando estaba afuera, no había sosiego allí. Pensé en matarla, como a ella, mi amor. Mi cara fue vista demasiado tiempo por aquella vieja maldita...¿porque me sentía nervioso?.

Esa deidad de la que hablaba (supongo que lo era), parecía ser más severo que los dioses convencionales, no era mi Dios. Se oían golpear algunos postigos de casas aledañas a causa de la ventisca, y la mañana oscura era un poco más siniestra de lo que era minutos atrás. La mujer miraba el suelo, dueño del polvo y olvido, que retozaban al compás de soplidos rasantes del viento que entraban por el resquicio de la puerta. Ese suelo parecía no haber sido barrido en siglos. Ella rezaba, o yo creí que rezaba. Con la mirada hacia abajo, balbuceaba cosas que no llegué a entender. Si, rezaba.

Le pregunté, en un acto impertinente, quién era Él, y cuando levantó la vista, vi por un instante nuevamente el brillo etéreo del fuego en sus ojos, luz que horadaba su cráneo como si fuese de cristal, pupilas inflamables llenas de odio por una décima de segundo.

Una única campanada de la capilla o campanario desconocido interrumpió la posible respuesta: - Es la hora.- anunció con pesar la anciana que poco antes había parecido, por una fracción de segundo, le enviada del diablo. Se levantó del sillón de terciopelo marrón y se encaminó hacia la puerta. Cuando ambos salimos, noté que de todas las cabañas salía la gente, viejos, jóvenes, niños, hombres y mujeres, y se paraban en el frente formando una hilera a cada lado de la calle. Traté de imitarlos, hacer lo que ellos hacían, me quede parado cerca del umbral de la puerta, esperando lo que ellos esperasen. Enfrente de mí, unos diez metros a la izquierda, logre divisar al hombre de barba arbustiva y unos treinta metros a la derecha, al joven de bigote que se tomaba la cara repetidas veces en aquella reunión.

El viento era más fuerte que antes y extrañamente uniforme, y soplaba desde donde yo había venido, a lo largo de la calle. Alrededor del dosel y el altar, la nieve se derretía como si en ese pequeño espacio existiese otra dimensión, en la que era primavera. Un temblor cada vez más perceptible se acrecentó cuando una nube negra salió del altar y lo destrozó, junto con el dosel. Esta nube negra se encaminó por la calle. Nube oscura, colosal y digna de los cíclopes, Brontes, Esteropes y Arges jugarían con ella y fabricarían el trueno y el rayo malignos, no para Zeus sino para el Ángel rebelde. Tenía una textura indescriptible. Parecía estar formada por una cantidad de gorgojos o pequeños insectos negros, cientos de miles, quizás millones, pero no podría asegurar lo que les estoy diciendo, sólo lo que creí ver.

Cuando pasaba frente a la gente, ésta inclinaba su cabeza en gesto de reverencia hacia "eso", y cuando se deslizó por delante del hombre gordo de barba, un apéndice largo y terminado en punta, semejante a una pata anterior de una Mantis religiosa, se formó de la cosa negra, se elongó hacia arriba y cayó con fuerza sobre la calva cabeza del hombre, que cayo muerto. Cuando pasó por delante de mí, un temblor, una ráfaga trémula se batió en mis piernas y casi caigo al suelo. Al pasar delante del joven de bigote, que parecía llorar inconsolablemente, ese apéndice, ese horripilante apéndice propio de un insecto igualmente horripilante, tocó su cabeza y el se desplomó como un muñeco de trapo. Ocurrió lo mismo con otra persona más adelante, fuera de mi vista. Mi terror ante estos hechos de inimaginable realidad y monstruosidad, realizados por esa sombra de la muerte, era inconmensurable. En el borde, en la frontera de la razón, ésta patinaba en hielo quebradizo, a punto de romperse.

Esa sombra artropodiana comenzó a elevarse perpendicular a la superficie en forma muy veloz y desapareció en las primeras capas de nubes. Mis ojos se perdieron en esos cúmulos de humedad que se alzaban sobre nuestras insignificantes cabezas y que cubrían el firmamento. Lo real e irreal se batían a duelo en algún recóndito rincón de mi ser. Lo espantosamente real ganó la contienda con una estocada mortal, observé los cadáveres desplomados en la nieve cuando el silencio mortuorio se apoderó del espació y tiempo. Las personas que estaban a su lado, seguramente sus familiares, se veían destrozados por lo ocurrido, inconsolables esposas e hijos que no sabrían que hacer con los jirones de vida que el destino les había dejado.

Cuando levanté la vista otra vez hacia la alfombra grisácea que cubría nuestro techo infinito, el colosal ser, dignos de los cíclopes de la antigua Grecia, caía como una gran roca, un meteorito, al vacío, justo encima de mi cabeza. Lo último que vi, con el terror licuando mis órganos, fue cuando desplegó dos apéndices artropodianos. Allí cerré mis ojos, y cuando una ráfaga trémula batió mis piernas, perdí la conciencia.

Cuando recobré los sentidos, me hallaba en un jardín hexagonal de verde césped, inmaculado, perfecto. Cada lado mediría unos quince metros y estaba rodeado de muros, sin puertas. Había un techado en galería siguiendo el perímetro del jardín. La arquitectura del techado y las delgadas columnas que lo soportaban me recordaba a aquel dosel que observé al llegar al pueblo y del que salió esa sombra escarabajo. Se oían ruidos que no pude definir con precisión, eran semejantes a golpear cemento con cemento.

Los tres cadáveres yacían sobre el césped, en el centro del jardín, uno al lado del otro en un cuadro calamitoso. Estaba aterrorizado, quizá no por el hecho de los cuerpos sin vida, sino que sus rostros, sus rasgos eran conocidos, muy familiares. Todos tenían mi rostro.

Por encima de todo no había mas que el cielo azul y un sol radiante, contraste absoluto, las antípodas del cielo cubierto por enmarañadas y entumecidas nubes grises bajo el cual esa enorme mancha caía sobre mi, un segundo, una hora, un día o quizá un milenio atrás. No pude determinar cuanto tiempo estuve inconsciente o si en ese momento estaba consciente.

Ahora, vivo o muerto, llegaban a mis oídos esos sonidos desde algún sector de ese techado. Me acerqué y cuando levante la vista, siguiendo las pistas auditivas observé una abertura obturada por una tapa del mismo material que el techo, cemento. De ese sector se desprendían las lúgubres notas de roca contra roca.

Entonces comprendí.

Estaban cerrando, reconstruyendo el pequeño altar y su dosel. Y yo estaba debajo, pero no sé donde. La reconstrucción que yo había estimado en un año o dos se estaba llevando a cabo en ese instante.
Última edición por Trigodon el Vie Mar 31, 2006 3:30 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Yenki » Vie Mar 31, 2006 3:01 pm

Nunca leí a Lovecraft.

De este cuento me gustaron más las descripciones que el desarrollo, pues el final es más abierto, y menos lógico.
Sí me agrada que esté relatado en primera persona.
Pero yo necesito que me justifiquen cosas, para apreciar un relato .
Personalmente, pues es mi gusto, no me agrada que no me expliquen todo, aunque sea con una justificación inverosímil ¿La anciana era un demonio ? ¿o el preso deliraba? ¿Murió y el ser del enjambre lo achicó?De ser así ¿por que de afuera la construcción es rectangular y el desde adentro ve hexagonal? ¿Un jardín adentro de un altar? ¿El lugar oscuro del inicio del relato es el interior del sellado altar?

Trigo necesito un apéndice que las explicaciones ... :D (Tengo que aprovechar que conozco al autor ... ).

Lo que me agrada más que en el primero son las descripciones más detalladas que transmiten mejor lo que siente el prófugo y el clima de suspenso.

Y una cosa sí me quedó claro, no hay que ir de vacaciones de invierno a Laguna Fría. :wink:

Trigodon
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Mensaje por Trigodon » Vie Mar 31, 2006 3:23 pm

¿La anciana era un demonio ? ¿o el preso deliraba?
No hay respuesta.
¿Murió y el ser del enjambre lo achicó?
Murió en la vida terrenal, y el ser lo mandó a ese lugar, que se puede interpretar como un castigo, ya que luego oscurece y siente su final. Pero él no está seguro de lo que le pasó.
¿por que de afuera la construcción es rectangular y el desde adentro ve hexagonal?
No debo haber explicado bien, pero no lo achicó ni está dentro de ese rectangulito del altar. La abertura obturada está (de tamaño natural) en ese techo en galería, les dejo un dibujito artesanal.

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La descripción de ese lugar fué una de las cosas que más me costó de todas. Ojala el dibujo aclare un poco. Donde dice "altar" es donde el tipo mira para arriba y veía la abertura cerrada del altar.
¿El lugar oscuro del inicio del relato es el interior del sellado altar?
Si

Gracias por los comentarios, todo me ayuda.

Chao
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Yenki
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Mensaje por Yenki » Vie Mar 31, 2006 6:39 pm

Gracias a vos Trigocraft, por compartir tus cuentos.
Este último debe haberte llevado varias horas de trabajo.

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