Les dejo un cuento en elq ue estoy trabajando ahora, me falta pulirle algunas cosas, pero aquí vá. Ojalá les guste, y si no les gusta, al menos sean sinceros!!
Un hombre me cambió la vida, aunque en realidad no existe, lo ví y lo escuché, pero no existe, porque cuando yo soy, él no es.
Al bajar las escaleras lo ví. Un hombre había entrado a mi casa, pero no era una persona cualquiera, ordinaria. Unos siete escalones antes de que la escalera termine me detuve a observarlo, estaba parado, estático con la vista clavada en algo delante de él, o con la mirada perdida, no lo sé. La puerta estaba abierta, pero nunca sentí el ruido de la perilla o de los goznes. Yo no estaba en su rango de visión, sino que estaba parado a su izquierda a unos cuatro o cinco metros.
No era una persona ordinaria, era espantosamente horrible, con deformaciones en la cara. El perfil que podía ver mostraba una nariz espantosamente quebrada, la boca tenía una mueca permanente hacia abajo, con la comisura exageradamente elongada, el ojo quedaba parcialmente obliterado por una ceja hinchada e informe, la oreja tenía unas contorsiones anormales y estaba en un ángulo no convencional. Pude notar que su brazo izquierdo era más largo y colgaba como un péndulo, mientras que el derecho, más corto, lo tenía plegado sobre el pecho. Su espalda portaba una joroba y su cuerpo estaba doblado, como las ramas de un sauce. Todo el cuerpo se movía, como si tuviese algun tipo de impedimento neurológico para mantener el control, eran como pequeñísimos espasmos. Sólo algunas zonas del cuerpo parecían permanecer en un estado normal, sin deformación de alguna índole. A pesar de toda esa corrupción corporal que yo jamás había siquiera imaginado, este hombre, si puede ser así llamado, tenía algo que me era familiar.
Él solo estaba allí, quieto y sin nada más que ese espantoso vaivén que ya comenzaba a darme náuseas. Con precaución, subí el tramo de las escaleras que había bajado, pero con la vista clavada en ese descabellado ser humano. Una vez fuera de mi vista, dí media vuelta y fuí a mi habitación, donde guardaba mi revolver calibre 38, que cargué con seis balas y esperaba no tener que usar.
Bajé nuevamente con la mayor precaución posible, sin hacer el más mínimo ruido. Un estremecimiento corrió por mis miembros, mi vellos de todo el cuerpo se elecrizaron cuando observé que esa forma humana espantosa me estaba mirando, había girado noventa grados y estaba con sus deformes ojos clavados en los míos. El vaivén continuaba y siguió dándome el mismo asco que antes. La comisura de la boca del lado derecho era distinta, más horrible que la del otro lado, estaba hinchada y rodeada por algun tipo de sarpullido que parecía piel necrosada, muerta. Fué un momento congelado en el tiempo, nos miramos durante un intervalo de tiempo que no puedo cuantificar. Levanté mi mano derecha, temblorosa y sudada, que portaba el revólver y le apunté a esa cosa.
-No dé un paso más, y salga de mi casa por donde entró. - Dije con la mayor convicción posible, aunque mi voz se quebró como la hojarasca en el suelo desnudo de un bosque.
Lo único que recibí como respuesta fué una respiración arritmica y vahosa, además del horrendo e interminable vaivén de su cuerpo. Bajé algunos escalones más, con precaución y sin despegar un segundo la vista de ese tipo, pero no retrocedió ni dió señales de estar intimidado por mi arma.
-Salga inmediatamente...- Dije, cuando su gutural voz me interrumpió.
-¿Porque me has hecho esto? ¡mira como me has dejado! ¡Soy deforme, una vergüenza, un lastre, no debería existir! ¡es tu culpa!...- Gritó el espantoso hombre.
-¿De que mierda esta hablando? ¡Yo no lo conozco! Le advierto por última vez que se vaya, ya que si no lo hace me va a obligar a ...
Dispáreme...máteme...¿acaso merece algo así vivir? ¿que caso tiene? ¿usted encuentra alguna razón para que algo como yo viva?- Murmuró en un tono de resignación.
Durante unos cuantos segundos solo se escuchaba la imperfecta respiración del sujeto, y quedamos mirándonos a los ojos. Parecía haberse quedado esperando el disparo, hasta que levantó el brazo péndulo que tenía y lo dirigió hacia mi y comenzó a caminar, con pasos muy cortos y torpes, arrastrando el pié derecho. Elevé mi arma hasta la altura de su cabeza, y cuando su mano estaba a un metro aproximadamente, la adrenalina hizo que mi cuerpo respondiera a atacar, pero cuando estaba a punto de jalar el gatillo...simplemente no pude. Algo dentro mío me detuvo...no pude, me contuve, aunque odiaba a esa masa informe, no fuí capaz de jalar el gatillo. Él se había detenido en ese lugar, aproximadamente a un metro de mí. Y la mueca de satisfacción que me mostró fué espantosa, parecía saber que eso iba a ocurrir. Mis ojos casi se salieron de lugar, mordí mi labio inferior con ira, y...lo mismo ocurrió, no pude mover mi dedo indice, por alguna extraña causa no podía matar a esa cosa. Yo estaba bañado en sudor y caían lágrimas de impotencia de mis venosos ojos, cuando este hombre impregnado de calamidades dijo:
-Recuerda, hace diez años, justo una noche como ésta viajabas en tu coche por la costanera de las afueras de la ciudad. Planeabas la forma de engañar a tu socio de años con un negocio que te dejaría un número con tantos ceros como nunca habías visto. Él quedaría en el suelo, sin nada, pero claro, tu te salvarías para siempre. Mientras conducías, nervioso, revisabas unos papeles que creíste haber olvidado, y una ráfaga de viento que entro por la ventanilla parcialmente baja hizo que se te vuelen dentro del coche. Mientras tratabas de acomodar y recoger los que pudiste, bajaste la vista un momento, y al levantar la mirada nuevamente, una sombra imposible de eludir estaba frente a tu vehículo. El golpe fué durísimo, la persona que atropellaste pasó por encima del auto y frenaste unos metros mas adelante. Unos segundos después, cuando tu parálisis se esfumó, diste macha atrás y bajaste. El tipo estaba bañado en sangre, tenía un corte importante en el cuello y fracturas varias que se vislumbraban solo por la posición anormal de los miembros. Todo estaba desierto, y caminabas de un lado al otro, tomándote la cabeza y maldiciendo. Pero la buena nueva era que no había testigos, y el tipo parecía un vagabundo, probablemente sin nadie que lo reclame, eso sí que sería una suerte, y puedo decirte que así fué. Entonces la salida fácil era usar todas las herramientas que el destino te había prestado. Tomaste con repulsión el cuerpo todavía caliente. Olía mal, y olía peor por la sangre. Lo acostaste en la baranda de material que separaba la una angosta acera del mar, que tenía un ancho perfecto para eso. Lo comenzaste a rodar para que caiga al agitado mar, que chocaba con violencia contra el barranco. Cuando estaba a punto de caer, él vagabundo abre los ojos y tose escupiendo la sangre que tenía en su boca. Con la posibilidad aún de tomarlo y salvarlo, te alejaste unos pasos, quizás por el susto, y unos segundos despues corriste y lo empujaste al agua. Has llorado por esto, y la tensión que has vivido no evitó que tu plan de arruinar a tu socio se lleve a cabo, lo hiciste. Obviamente sabes que a los pocos días de haberlo dejado en la ruina él murió de un infarto, que no fué culpa tuya...¿o si?
Lás lágrimas que brotaban de mis ojos rodaban por mis mejillas y caían al piso, donde encontraban su fatal desenlace, como aquel vagabundo al caer al mar. Sentía muchísima impotencia, por tener frente mío a un tipo que conoce todo lo que hice y por no poder matarlo, el podría arruinar mi vida, terminaría mi vida encerrado. Esa fuerza que no me deja apretar el maldito gatillo volvió a interrumpir mi intención de agujerearle el craneo. Eso me hizo gritar desgarrado y con los ojos cerrados, cuando al fin caí de rodillas soltando el revólver. Todavía arrodillado, escuche una risa tan sarcástica como horrible y vi como se sacudía con pequeños espasmos con cada exhalación.
-¿Que es lo que quieres? - Dije, vencido.
Nada, sólo quería que lo recuerdes. Yo sólo me quedaré aquí, para recordarte todo esto que has hecho.- Pronunció, sentándose con esfuerzo en un sillón.
-¿Nada? ¿Recordarme? ¿Quién mierda te crees que soy? No sé como carajo sabes todo lo que has dicho, no pudiste verlo, pero no me importa, te vas a morir.
Me incorporé con violencia, con una ira que asustaría al mismo demonio. Pero a él no. Se quedó con sus horribles movimientos tranquilamente sentado en el sillón, como contemplando a alguién incapaz de hacer nada...y es lo que era. Puse el revólver en su grotesca sien, con mi mano temblando, mis dientes apretados y mis ojos desorbitados. Dios, como odiaba a ese hombre tan indefenso y tan hijo de puta, lo quería matar, patear cuando esté en el suelo y no podía. Era imposible mover mi dedo para apretar el gatillo y acabar con esta pesadilla. Otra vez grité con los ojos cerrados con fuerza y llevando la cabeza hacia atrás.
-¿Porqué no te puedo matar? ¿porqué no te puedo matar? ¿porqué..? - Aullé con un odio e impotencia que nunca había sentido en mi vida, nunca deseé tanto hecerle daño a alguién como a ese monstruo.
Se levanto de su asiento con un movimiento tan ágil que no lo esperaba, de la sorpresa caí de espaldas al suelo y mi revólver cayó de mis manos, rodando lejos de mí. Alzando parcialmente sus brazos, incluso el más pequeño y que tenía siempre plegado contra su pecho, parecío extirpar de lo profundo de su pecho una voz gutural, áspera y sombría, pero con una potencia que lástimo mis tímpanos, a la vez que salió un vaho de su boca que, a pesar de estar a unos dos metros de él, me alcanzó como una ráfaga dantesca, infernal.
-¡No me puedes matar! ¡estoy hecho de una materia que no puedes moldear ni destruír, una vez que me creas no puedes cambiarme! ¡estoy hecho de algo que no puedes tocar, soy invencible, soy tu sombra, soy quién no te vá a dejar solo aunque solo te encuentres, estoy detrás tuyo, siempre lo estaré, y no puedes escapar, ni siquiera en la oscuridad más absoluta, porque ella no es más que una sombra infinita, donde te sentirás asfixiado y encerrado! ¡tu me hiciste así y tendrás que vivir conmigo, donde vayas, cuando vayas, cada vez que mires atrás allí verás este cuerpo corrupto que has creado!...Tus lágrimas me preguntan aún quién soy, veo su duda impregnada en ese puñado de moléculas acuosas que ruedan con miedo por tus mejillas...soy, pues, tu pasado, eterno castigo y lastre de cada uno, tu te encargaste de darme forma a partir de tus actos, mientras peores sean, mas deforme, aterrador y diferente a tu forma actual me vuelven. Mira lo que me has hecho. Ahora yo solamente me quedaré aquí, detrás tuyo, para que cada vez que mires atrás sepas a quién tienes, quién fuiste y que hiciste. Soy el peso de tus actos.
Lo único que pude hacer es quedarme allí sentado en el suelo por horas o días, no lo recuerdo, mirando cara a cara a mi pasado sin poder disculparme por haberle hecho tal atrocidad. Ya no sentía odio hacia el, lo sentía hacia mí, y pensé en suicidarme, pero tampoco pude jalar el gatillo, ésta era mi condena. Es el día de hoy, aquí donde estoy sentado contándote ésto, que si giro mi cabeza y mira atrás, podré verlo, mi pasado me persigue hasta donde más solo estoy, para recordarme la clase de mierda que soy. Espero que el tuyo se parezca lo más posible a ti. Éste hombre me cambió la vida, aunque no existe, lo ví y lo escuché, pero no existe, porque cuando yo soy, él no es.